“No estoy seguro que
querer escribir sobre mi. Llego a esta conclusión después de escribir durante
meses sobre las cosas que me pasan a diario. Me doy cuenta que al hablar de mi
vida hablo de mi sin ser consciente de ello, ya que no hablo directamente de mi
si no a través de las conversaciones que tengo con las personas que me
relaciono. Soy americano y periodista y trabajo en Barcelona para el New Yorker
y otras publicaciones americanas. Llegué para hacer un reportaje sobre las
olimpiadas del 92 y me quedé. He
publicado tres libros sobre la post-modernidad de la civilización actual
pero la gente no sabe quien soy, no me reconocen por la calle, aunque eso en
Barcelona importe poco.
La gente de Barcelona
no quiere saber quién eres. Y no porque no les importe lo que te pasa, si en
algún momento necesitas su ayuda te echarán una mano. Es por el hecho de que
aquí seas quién seas tienes tu lugar. La primera vez que vi a dos hombres
besarse en plena calle sin que nadie se percatara de ello fue aquí. La libertad
individual que se vive en Barcelona sólo se ve alterada por los turistas
cuando señalan con el dedo índice de sus manos. Aquí señalar
está prohibido. Ya desde los años 20 cuando el jazz recorría el Paralelo de bar
en bar estaba prohibido señalar con el dedo. Las gentes de esta ciudad sabían
qué se encontrarían en ciertos barrios, y si no querían verlo no
iban, pero no se les ocurría ir a criticar la actitud de aquellas gentes ‘de
vida alegre’.
Después de pasar 25
años en Nueva York mis prejuicios son pocos pero ser americano ( y del sur)
implica un racismo moral hacia todo lo que desconozco que he perdido en esta
ciudad. Por eso aún a día de hoy, reconozco los gesto, las miradas, las
reacciones en aquellos que no saben lo que es vivir en una ciudad donde a nadie
le importa lo que hagas siempre que no molestes. Y ese es el problema: molestar.
No sé como pero en los
últimos 30 años Barcelona a sufrido el mayor incremento de turistas de toda
España. Se ha convertido en la cuarta ciudad más visitada del mundo y se nota.
Se nota porque no te mueves igual por las calles. Los Barceloneses más
que callejear esquivamos turistas. Gracias a las guías turísticas de la ciudad
aún podemos disfrutar de esta ciudad como si no la visitaran turistas. Pero
nadie te contará el secreto. Ninguno compartirá contigo los lugares o los
rincones tranquilos de la ciudad, eso es un derecho que te tienes que ganar. Porque Barcelona hay que ganársela. No
bastan unos meses, ni siquiera unos años. Aquí se vive por décadas.”
J.
No hay comentarios:
Publicar un comentario